La obra maestra del tema es tal vez la mejor película de Francis Ford Coppola. The Conversation (La conversación, 1974) es uno de los policiales más inteligentes, sutiles y angustiantes en la historia del género. Una de las claves de la historia es que, durante buena parte del film, Coppola no enfoca la historia del modo convencional en el que se suele contar un thriller: Gene Hackman es el dueño de una empresa de servicios electrónicos y audio para seguridad, lo que obviamente sería un eufemismo que oculta la toma de encargos de espionaje industrial. El hombre vive paranoico, ya que parte de su negocio es tener micrófonos por todos lados, muchas veces apuntándolo a él mismo, especialmente debido a que como es el number one en su métier, sus competidores darían lo que sea por demostrar que lo pueden espiar sin que se dé cuenta (algo que sucede de modo humillante cuando le colocan una chica para que baje su guardia durante una fiesta en su enorme loft). Junto con su empleado (John Cazale), este tipo obsesivo se la pasa escuchando gente que habla de miserias personales vergonzantes, entendiendo sólo parte de las cosas que dicen. Pero sobre todo su angustiada existencia se debe a la naturaleza misma de su oficio, que lo hunde en la más extrema soledad y paranoia, siempre desconfiando de todo, con la permanente sensación de que las paredes oyen, lo que da lugar a la antológica escena en la que destripa todo en su departamento buscando micrófonos y cables. Y, por sobre todo, siempre acosado por el fantasma de aquel trabajo que hizo tan, pero tan bien, que terminó provocando que masacren a la gente que escuchaba. Algo que, por supuesto, está por pasar de nuevo en cualquier momento.
Filmada y actuada de manera soberbia, La conversación es una de las películas más influyentes sobre el tema, y hay muchas otras que le dedican referencias y homenajes, empezando por un film mucho más reciente en el que Hackman vuelve a interpretar a un experto en seguridad y electrónica que casi se podría decir es una revisión del mismo personaje. El film en cuestión es el non plus ultra de la paranoia de Tony Scott, Enemy of the State (Enemigo público, 1998) con el pobre Will Smith rastreado permanentemente por todo tipo de aparatito grande o pequeño que sirva para perseguir a alguien.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5719-2009-11-29.html
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